Lunes, 20 de Enero 2025

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Dialéctica delictiva

Por: Armando González Escoto

Dialéctica delictiva

Dialéctica delictiva

El robo millonario a conocido sorteo nacional es digno de una película. Filmar un sorteo pirata y proyectarlo en cadena nacional, proceder luego a cobrar los billetes “premiados” en diversas partes del país, sin que nadie se percatara, no solamente habla de la sofisticación de la delincuencia, sino sobre todo de la inercia de la sociedad que sigue confiando en que todo se hace bien.

Cuando estas cosas ocurren lo primero que se nos viene a la mente es que la ciencia ficción cada día es más ciencia y menos ficción, más tecnología, y, paradójicamente, más vulnerabilidad. Que probablemente la llegada del hombre a la Luna sí fue filmada en el desierto de Durango, que Bin Laden goza de cabal salud en las Bahamas, y McCartney es el doble del otro doble del original que murió en un accidente automovilístico ¿quién podría demostrar lo contrario?

Un nuevo poder se abre paso a empellones para afirmar su eficacia, la cibertecnocracia, que hasta la fecha trabaja por encargo pero que en un dado momento puede convertirse en el amo al que sirve. Por lo mismo el delito, el robo y el fraude en materia electoral ya no pueden concebirse como antaño, robando urnas, embarazándolas, sobornado a los votantes, comprando votos con o sin tarjeta, regalando despensas o artículos electrodomésticos, desde luego, todo se vale “por aquello de no te entumas”, pero la gran duda se siembra hoy día en los sistemas electrónicos que pueden ser programados en última instancia para dar los calculados resultados que se esperan, no sin que medie antes un acuerdo entre las partes. Estos acuerdos secretos, estos “pactos de caballeros” transmitidos por la tradición oral, que sonaban tan ficticios, en un dado momento pudieran ser la más cruda y evidente realidad. Por supuesto no me limito a pensar en este país, sino sobre todo en los más desarrollados, en aquellas sociedades en que la madurez ciudadana provocó la dialéctica delictiva, porque a mayores precauciones mayores mañas, y para la yerba la contrahierba.

No andan tan lejos de la verdad quienes escriben y denuncian un nuevo feudalismo de corte global, ese “mundo feliz” de Huxley, absolutamente controlado, de reducida población, la mínima necesaria para que la riqueza se siga produciendo y se siga acaparando en cada vez menos manos. Una trama mundial que incluye un nuevo reparto de las tareas y de los mercados, que establece qué partidos y qué candidatos deben ganar, en esta o aquella parte del mundo, por medio de un montaje electoral, indispensable en tanto la misma gente pueda comprender que han llegado otros tiempos y que el mejor sistema para todos es la oligarquía.

Desde luego el montaje democrático exige de lubricantes, el terrorismo social lo mismo se produce a través de guerrilleros de apariencia palestina o narca, que de crisis económicas no solamente anunciadas sino sobre todo provocadas y manejadas para presionar la balanza adecuada.

Este dominio global puede igualmente, y se ha evidenciado, poner punto final a los dictadores que ayer eran socios empresariales, y hoy caen como fila de naipes, gracias al “milagro de las redes”, otra ficción muy real no en lo que mira a su desenlace, sino a la mano que las desata.

En fechas recientes la gente sacó su dinero de debajo del colchón y lo confío a las bóvedas bancarias, protegidas por gruesas e impenetrables puertas de acero, agentes uniformados, sistemas de vigilancia de última generación, alarmas complejas, y todo un mundo de novedosos candados que fue luego puesto en las redes bancarias, tal y como si la sociedad decidiera colgar sus billetes y joyas más preciadas en el tendedero de la azotea.

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