Acaba de ocurrir. Mientras todos estamos distraídos, perdón, pendientes de las Olimpiadas, como evidencia de la pérdida de soberanía alimentaria y del mal manejo que de las políticas para el campo ha realizado el gobierno mexicano, se cerró el trato de una compra de grano histórica, la cuarta adquisición más grande para Estados Unidos, por parte de un cliente extranjero: México. Un millón 516 mil toneladas de…sí, por increíble que parezca de: maíz. Y esta noticia fue dada a conocer por los productores y exportadores de maíz estadounidenses que reportaron al Departamento de Agricultura de Estados Unidos, (USDA, por sus siglas en inglés) el acuerdo de venta a México de 982 mil 980 toneladas durante, el ciclo 2012-2013, más 533 mil 400 para el periodo 2013-2014. Inquietante información, a la que Sagarpa responde: pero si “se va bien en nuestras cosechas”… Evidencia de que el gobierno mexicano ha realizado un mal trabajo que desemboca en la dependencia alimentaria, como lo señaló la FAO, organismo de las Naciones Unidas: “México tiene herido al campo y la compra de alimentos del extranjero es una sangría que el país no aguanta, mucho menos los mexicanos. Lo que, además provoca que los precios alimentarios sigan al alza”. La explicación del golpe al maíz, sustento de la población mexicana, es muy sencilla: con la entrada al TLCAN, México se dio 15 años para empujar la producción de este grano, periodo en el que el programa Alianza para el Campo, iniciado con Zedillo, apoyó preferentemente a los grandes —y ricos— productores agrícolas que, rentando tierras, tuvieron productividades de alrededor de 10 a 12 toneladas por hectárea. Importante apoyo del que los medianos y pequeños productores del país estuvieron alejados. Falta de equidad que, hoy, tiene el resultado de una total dependencia alimentaria de México, especialmente de Estados Unidos. Ligado a lo anterior están las declaraciones del XIII Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Sociología Rural, que se realiza en Lisboa, donde se ha señalado el peligro de una crisis de la alimentación: por la imposición de los precios agrícolas; la deslocalización de la producción alimentaria, en el Amazonas se han talado amplias zonas de selva boscosa para el cultivo masivo —relocalizado— de soya; la privatización de la tierra, de los recursos naturales, de las semillas y la imposición de la producción basada en el uso excesivo de agroquímicos de las empresas transnacionales, además del daño que los transgénicos hacen a los cultivos locales. Así, el tema ya no es si hay alimentos, sino tener, o no, acceso a ellos, tema que en el contexto del cambio climático, el agotamiento de recursos naturales y la batalla por el control del sistema de negocios agroalimentario, resulta no sólo importante, sino vital para todos los países, también para el nuestro, aunque le guste ir de compras al extranjero…