Lunes, 13 de Enero 2025

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Cuauhtémoc, del chiste a la pesadilla

Por: Diego Petersen

Cuauhtémoc, del chiste a la pesadilla

Cuauhtémoc, del chiste a la pesadilla

Lo que parecía un chiste malo, Cuauhtémoc, el prototipo del futbolista ignorante y mañoso pero genial en la cancha, candidato, se convirtió en pesadilla: Blanco, alcalde de Cuernavaca. Que nadie se llame a engaño: Cuauhtémoc Blanco ganó la capital de Morelos gracias al pésimo trabajo de los partidos políticos. La corrupción, el descaro con que los políticos se ponen de acuerdo para protegerse los unos a los otros o morder el erario, los vínculos con la maña y sobre todo el deterioro de la seguridad permitió que un futbolista sin experiencia política ganara la elección y hoy sea el alcalde de una de las ciudades más importantes del país.

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Cuauhtémoc Blanco será un dolor de cabeza ya no para los porteros de los equipos rivales sino para toda la clase política mexicana. Demás está decir que no entiende de política. Eso hoy en día podría incluso considerarse como virtud, pero no lo es. La vida pública y sus formas le son ajenas, tanto como los libros, los presupuestos o las leyes. Quiere gobernar con la intuición, con el olfato goleador, con esa capacidad inigualable en México de despistar al enemigo en el área. Pero para gobernar esas cualidades sirven de poco, son apenas uno o dos por ciento de las virtudes necesarias para ejercer el poder, el otro 98 tienen que ver con disciplina, don de mando, entendimiento de la realidad, capacidad de construir acuerdos.

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La tragedia política que se cierne sobre Cuernavaca es terrible. Les costará muy caro tener un alcalde permanentemente enfrentado con el gobernador, al que ve como el equipo rival y que amenaza cada tres minutos con ir con el Presidente de la república, al que ve como el árbitro al que hay que reclamarle cada jugada para presionarlo. La sorpresa que se llevará el veterano futbolista y novel político es que a diferencia de las canchas donde una “cuauhtemiña” te reconcilia con el público, en la política sólo existen los resultados y no hay “hinchas” de ningún equipo. Si la paciencia de los dueños de los equipos le parecía corta, ya verá lo fugaz que es la de los gobernados que no tienen tiempo para explicaciones y bravuconerías.

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Es cierto, la culpa no la tiene Cuauhtémoc sino quien lo hizo alcalde, es decir la sociedad de Cuernavaca. Pero lo que está en juego en este proceso no es un campeonato de futbol ni el orgullo americanista frente a las Chivas, son vidas de jóvenes que se pueden perder a manos del crimen organizado que ya olió la debilidad del alcalde o padres de familia que podrían perder el empleo ante la salida de empresas de la ciudad.

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El chiste terminó; comienza la pesadilla.

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