Para nadie es un secreto que los mexicanos somos fiesteros, ingeniosos y a ratos hasta muy trabajadores, sin embargo, existe un amplio segmento de la población que con toda razón no se encuentra conforme “con el México que ve”. Basta con realizar un pequeño ejercicio entre diferentes grupos de personas, para darnos cuenta de que sí podemos visualizar un país como para sentirnos orgullosos, pero desafortunadamente al poner en la balanza lo bueno y lo malo, esto último parece prevalecer en el ánimo de las personas.Por supuesto que en tan somero análisis cada quien prioriza y llega a sus propias conclusiones “de acuerdo a como le va en la feria”, y en cada uno de los rubros visualizados podemos encontrar esos pros y contras en los que debemos de trabajar en busca de un México mejor, por ejemplo:Una queja sostenida es la falta de oportunidades, en donde se llega a afirmar que para qué estudian las nuevas generaciones, si al final de su carrera son muy pocos los que tendrán oportunidad de emplearse adecuadamente.En ese aspecto habría que puntualizar en primer término, que del universo de aspirantes a ingresar al ámbito superior, desafortunadamente son sólo una minoría los que pueden ingresar a una universidad —pública o privada—, y si a eso le agregamos que en muy pocas instituciones se nos enseña a ser emprendedores, a autoemplearnos o ser auto suficientes, entonces el problema se agudiza, pero no es la falta de oportunidades la que hace mella, sino la falta de aplicación, pues no son pocos los que siguen esperando que sea el Gobierno quien les solucione todos sus problemas.Es por ello que habríamos de considerar que es tiempo de responder algunas de las muchas interrogantes que nos aquejan, pero también de decidir qué es lo que estamos dispuestos a hacer para lograrlo.La violencia, la falta de educación y valores, así como el menosprecio de nuestra cultura son aspectos que se deben de resolver a la brevedad. El malinchismo debe de quedar en el olvido definitivo de nuestro imaginario y ahora es necesario que busquemos en nuestras más profundas raíces para rescatar las enseñanzas de nuestros antepasados, aquellos que con honor, disciplina y un gran esfuerzo lograron conformar una gran nación.A nuestros ancestros nadie les regalo nada, por el contrario, llegaron los conquistadores para robarles su riqueza, pero nunca lograron robarles el alma, ni el espíritu de lucha al que hoy apelo.La gente noble, la vasta cultura, nuestra excelsa gastronomía, parecieran ser poca cosa, pero no, por el contrario, se puede afirmar que se trata de una enorme riqueza, misma que habremos de aprovechar de mejor manera para poder salir adelante, para construir el México que queremos, el país que visualizamos, la nación que merecemos.
