Como cada año, salieron los indicadores de corrupción a nivel mundial y México apareció, una vez más, como el más bajo entre los países de la OCDE, y uno de los peores del mundo. La noticia sin embargo fue recibida en México como a quien le dicen que tiene gripa y no se le ha quitado, entre otras cosas porque no hemos hecho nada para que se nos quite.A nadie debe sorprenderle que México no haya mejorado en corrupción, porque no hemos hecho nada para cambiar. Es una situación que le viene bien al Gobierno y a los grandes capitales; ninguno de los poderosos quiere cambiar el status quo, porque si no fuera por la corrupción no serían lo que son. Sólo en un país ampliamente corrupto como el nuestro la mitad de los grandes capitales surgen de la política y la otra mitad están en relación con ella. Son pocos, por no decir insignificantes, los grandes capitales que no dependen o no se han hecho de la mano del poder político corrupto.El resto de los mortales si bien somos víctimas de la corrupción, pues pagamos precios de bienes y servicios que no corresponden con el mercado global y recibimos poco o nada a cambio de lo que pagamos de impuestos, tampoco hacemos demasiado porque nos han vendido la idea de que la corrupción es el mejor lubricante de la economía y la mordida la mejor forma de evitar un problema o perder tiempo en trámites engorrosos. ¿Quién debe romper el círculo vicioso de la corrupción? La respuesta siempre será que el otro. Esto es, los empresarios ven como corruptos a los políticos y funcionarios y desde los gobiernos siempre se habla del corruptor como un lucifer que pone tentaciones a los débiles funcionarios (baste recordar las palabras del Presidente, el mismo que dijo que la corrupción era cultural, respecto a la detención de Moreira: “condición humana”).No se trata ya de quién es el bueno o más aún de quién es más malo, si el corrupto o el corruptor, sino de cómo rompemos con esta inercia. No será, podemos estar seguros, desde la clase política ni desde la burocracia. O lo hacemos los ciudadanos, pagando el costo (de oportunidades de negocios, tiempos de espera, etcétera) de no dar dinero fuera de ley, o este problema no tendrá remedio jamás. Si no estamos dispuestos a ello acostumbrémonos a salir el próximo año y el siguiente y el siguiente en la parte baja de la lista.