En diciembre de 2006, Felipe Calderón lanzó la “guerra” contra el narcotráfico, con el despliegue de fuerzas federales y militares en las calles. La argumentación del Gobierno de la República fue que las policías estatales y municipales estaban penetradas por el crimen organizado, por eso luego, en 2009, se sumó la promulgación de la Ley general del sistema nacional de seguridad pública, con la intención de profesionalizar y depurar las corporaciones, pero todo resultó un rotundo fracaso en términos generales.Hoy, el Congreso de la Unión sigue empantanado con la reforma a la Ley de Seguridad Interior, en la que se discute regular la participación de las fuerzas armadas en las tareas del combate al crimen. Conclusión: estamos en ceros. Un círculo vicioso imperdonable por las consecuencias devastadoras que la delincuencia deja en la población.Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, los diputados federales y los senadores han fallado una y otra vez. Por su parte, los gobernadores y los alcaldes se suman a la incapacidad para mejorar las políticas públicas efectivas que resuelvan una de las principales demandas de la ciudadanía: seguridad y paz. Y los partidos políticos nacionales y estatales han postulado a una generación de inútiles, con sus salvadas excepciones, para resolver el problema de la inseguridad pública.Va un dato preciso: en 2006 se cometieron 1’471,101 delitos del fuero común, mientras en 2016, 1’603,708, con base en las averiguaciones previas y carpetas de investigación. El Gobierno federal presume que los ilícitos del fuero federal bajaron de 194 mil a 134 mil en el comparativo 2012-2016, pero omiten explicar que ahora el crimen organizado es responsable de los principales delitos del fuero común.Con base en el análisis de las estadísticas proporcionadas por las Fiscalías y Procuradurías de los Estados, Guerrero fue el primer lugar en homicidios el año pasado (2,213 ejecuciones), mientras Estado de México encabezó los secuestros (254), extorsiones (993) y robo de vehículos con violencia (20,144).Excepto en homicidios dolosos, no sorprende que el Estado de México “lidere” los otros tres indicadores porque tiene la mayor demografía en el país. Sin embargo, en el comparativo de los delitos por cada 100 mil habitantes hay cifras escandalosas.En asesinatos destaca el pequeño Estado de Colima, que el año pasado cerró con una tasa de 81.5 homicidios. Para que dimensione el dato, en 2006 apenas se registró 5.1. La violencia creció 16 veces. De ese tamaño es la disputa del Cartel Jalisco Nueva Generación, el Cartel del Pacífico y las células de los Caballeros Templarios.En 2010, Chihuahua registró la tasa histórica de 110.71 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. Ese año, la disputa entre “El Chapo” Guzmán y Vicente Carrillo Fuentes dejó 3,903 asesinatos.Por eso destaca el caso de Colima, que registra la segunda tasa más alta en la historia del país, sobre todo desde que se emprendió la “guerra” contra el narco. Así de grave.Algunos dicen que la Comala de Juan Rulfo no es el pequeño poblado ubicado en Colima. Sin embargo, el poblado de Pedro Páramo hoy se “aterriza” en el Estado de Colima en llamas por la disputa de los territorios entre el crimen organizado.La violencia ha estallado en Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero y Colima. ¿Qué Estado sigue?Incidencia delictiva en MéxicoLos Estados con más delitos en 2016Asesinatos por cada 100 mil habitantesSecuestroSecuestros por cada 100 mil habitantesExtorsionesExtorsiones por cada 100 mil habitantesRobos de vehículos con violenciaRobos de vehículos por cada 100 mil habitantes