Miércoles, 11 de Septiembre 2024

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Candado de bicicleta al cuello

Por: El Informador

Por: Pablo Latapí

¿Qué es válido cuando falla el Estado? Esta pregunta surge a propósito de dos hechos que en los últimos días nos han impactado: el primero, una fotografía tomada en Río de Janeiro, Brasil, y ampliamente difundida en redes sociales, y el otro un artículo publicado en México por el economista Luis Pazos.

En la fotografía brasileña aparece un joven negro, visiblemente lastimado e incluso con una cuchillada en una oreja, y sujeto por el cuello a un poste con un candado rígido para bicicleta. La explicación es que se trata de un malandrín, con tres procesos penales pendientes por robo en el barrio, que no ha sido castigado y mucho menos regenerado por la justicia, y quienes le hicieron lo que se ve en la fotografía fueron un grupo de auto llamados justicieros civiles, que han vuelto como en los tiempos de mayor impunidad en Brasil, y que empiezan a castigar por su cuenta a delincuentes ante la inoperancia de la justicia.

Esta fotografía ha generado comentarios a favor y en contra, incluso a nivel internacional, pero desafortunadamente la mayoría de las opiniones manifiestan cierto agrado y aprobación porque alguien castigue lo que policías y autoridades no hacen.

El artículo de Pazos, por su parte, se hace una pregunta muy provocadora: El mal uso de los impuestos... ¿justifica evadir su pago? Y hace una reflexión por demás interesante sobre la necesidad de que los impuestos que se cobran sean justos y que el destino que se dé a ese dinero sea efectivamente en beneficio público. Y la pregunta entonces cobra especial vigencia cuando en un momento como el que vive México sufrimos una coyuntura impositiva desafortunada.   

Y desafortunada en dos sentidos: la cantidad y el destino. El apretón fiscal, esa búsqueda por cobrar más impuestos sobre todo a quienes ya los pagan, ha repercutido directamente no sólo en el ingreso de los contribuyentes, sino en sus gastos por el tema de la inflación, ya que en enero se registró la más alta de los últimos cuatro años, muy por encima de los pronósticos oficiales. Y por otro lado, llevamos ya semanas conociendo del destino grosero que algunos legisladores dan a los recursos con fiestas y celebraciones en recintos oficiales, y de la forma perversa en que buena parte de recursos se quedan en la bolsa de diputados cuando consiguen recursos para distintos municipios a cambio de un “moche” o comisión que va en detrimento del dinero que llega al municipio. O la perversidad total de que la Cruzada Nacional contra el Hambre, que reconoce que muy poco pudo hacer por el hambre en los municipios de Chiapas y Oaxaca el año pasado, organiza y paga 10 millones de pesos en un concierto “contra el hambre” celebrado en el exclusivo Paseo de la Reforma en la Ciudad de México.

Los grupos justicieros y la posibilidad de evadir impuestos son respuestas extremas a un Estado injusto e ineficiente, y más que una reflexión para nosotros como ciudadanos es un llamado de atención para todos los gobernantes y sus subordinados que toman o dejan de tomar decisiones trascendentales para una población, pensando o suponiendo que al final no pasa nada.

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