Viernes, 29 de Marzo 2024
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Brujos de las Letras

Por: Jacques Rogozinski

Brujos de las Letras

Brujos de las Letras

Hace unos días, las calificadoras de riesgo pusieron a la economía de México bajo perspectiva negativa, Standard & Poor’s y Moody’s, las dos calificadoras estadounidenses que conforman el duopolio dominante en el mundo. En mi vida profesional, las he visto poner nota y prever comportamientos sobre hechos relevantes fallando en repetidas ocasiones.

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Entre brujos y magos, oráculos y adivinos, prefiero a Carlos Slim que a las calificadoras. Analiza mejor, acierta más veces y no se la pasa dando consejos. Cuando expertos y calificadoras decían que MCI no podía crecer en México por el monopolio de Telmex, lo que no advertían es que MCI no crecía en ningún lado porque iba camino a la bancarrota. Y cuando quebró, allí fue Slim, entre 2002 y 2004, para quedarse con el 13 por ciento de la empresa que nadie quería, a convertirse en su mayor accionista y, mientras analistas y calificadores se rascaban la cabeza para entender qué había salido mal, se las vendía en 2005 a Verizon por US$ 1,300 millones, ganando cientos de millones de dólares.

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En el año 2000, había sucedido algo parecido con Ecuador, al que las calificadoras veían por los suelos y recomendaban vender. Slim, mientras, salía a comprar los bonos depreciados por el pánico generado para posteriormente ganar cientos de millones. En la campaña electoral de Lula a su primera presidencia, The Economist escribía que el prospecto del triunfo de Lula había aterrado a los mercados financieros, desmoronado al real y, con la acción de las calificadoras, elevando la tasa de riesgo de sus bonos soberanos. Recuerdo entonces que en mi propia familia estaban preocupados porque los banqueros de inversión y las calificadoras recomendaban desprenderse de todos los papeles brasileños. Yo conozco Brasil bastante y les di un solo consejo: Brasil no se va a acabar, mejor compren y no vendan. Los papeles se triplicaron y Brasil no se acabó.

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Y podría añadir los casos de Enron y el del BREXIT, anunciado por calificadoras, analistas y expertos como lo más parecido al fin del mundo.

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Cuando trabajé en la Corporación Interamericana de Inversiones, decidí que no convenía hacerles demasiado caso a las calificadoras, a fin de cuentas, su mirada suele ser parcial. Lo confirmé cuando a diario recibía banqueros de inversión que me recomendaban que siguiéramos comprando asset-backed securities (ABS bonos respaldados por activos), pero la lógica me aconsejaba desinvertir. Para 2007, un estudio independiente de expertos contratados por el BID mostraría que a la CII no le quedaba un solo centavo en ABS, cuando hacia 2003 tenía casi 40% de su cartera en esos bonos largamente recomendados por S&P y Moody’s como una panacea financiera que enriquecería al mundo. De más está decir que a diferencia de la mayoría de instituciones financieras privadas y multilaterales, incluyendo al BID, que perdieron miles de millones, la CII no perdió un solo centavo.

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Yo sugeriría que hagamos con los expertos lo que debemos hacer siempre como regla de vida: escuchar, pero tomar nuestras propias decisiones con un marco amplio de opiniones y análisis.

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Así lo hacen los ganadores.

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