Sábado, 20 de Abril 2024

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Armar uno de tantos rompecabezas

Por: Martín Casillas de Alba

Armar uno de tantos rompecabezas

Armar uno de tantos rompecabezas

Pocas veces tenemos tiempo y paciencia para armar un rompecabezas que tiene cientos de piezas con diferencias sutiles pero, si un día lo pudimos hacer, sabemos el gusto que da encontrar la “pieza” que encaja justo en ese espacio. Así sucede cuando encontramos un texto que viene a colmar algo que nos ha pasado en el tiempo y que nos ha impactado de tal manera que podemos experimentar una catarsis con la que podemos ver mejor el paisaje para seguir armando otros rompecabezas.

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La lectura de El giro o cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el Mundo Moderno de Stephen Greenblatt (Crítica, 2014) fue un disparador, una de esas piezas que hacía falta para reconstruir ciertas experiencias. Un día, el maestro y escritor Stephen Greenblatt vagaba en una de las librerías de viejo que hay en Boston, cuando encontró una buena edición de poema De rerum natura o De la naturaleza de las cosas de Lucrecio (99-55 A.C.) y, cuando lo leyó con atención, se dio cuenta que uno de los temas penetraba en una de las fisuras que tenía debido a una circunstancia personal. Ahí se dio cuenta que “el arte penetra siempre en la persona a través de las fisuras existentes en su vida psíquica”, y esta experiencia fue la disparadora de algunas asociaciones como dicen que funciona la memoria.

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Greenblatt encontró la pieza que le hacía falta para colmar una de las fisuras que tenía desde la infancia pues, se dio cuenta que, entre otras cosas, el poema de Lucrecio es “una buena meditación terapéutica alrededor del miedo a la muerte” que, por mala influencia de su madre, lo dominó durante su infancia pues “cuando somos niños, no podemos calibrar lo extraño que puede ser la machacona insistencia por parte de nuestra madre sobre la inminencia de la muerte… que tanto nos afligió y trasmitió su angustia como parte de un cruel acto de manipulación”.

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Con esto entendí perfecto que lo que más nos importa de las lecturas que hacemos tiene que ver tanto con las grietas en el alma como con el proceso de curación.

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Algunos ejemplos: La violación de Lucrecia de Shakespeare, en donde encontré la pieza que tiene que ver con El arte como terapia y la manera que esta mujer comparte su tristeza; con Otelo, el moro de Venecia tome en cuenta las implicaturas como esas que nos puede pasar cuando estamos en crisis y “escuchamos más de lo que nos dicen”; luego, en esa tragedia que es “ir y quedarse y con quedar partirse”, como decía Lope de Vega, encontré la pieza clave en Las tres hermanas de Chejov y, ni hablar la manera pude colmar una grieta más profunda con la puesta en escena de Peer Gynt de Ibsen, relacionando la muerte de Aase, la madre de Peer, con la propia.  

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Así pues, a partir del descubrimiento del poema de Lucrecio hemos armando varios rompecabezas, además de darnos cuenta del impacto que tuvo ese libro en el Renacimiento una vez que Poggio Bracciolini lo descubre en el Monasterio de Fulda en Alemania en 1417 por lo que este año se celebran los 600 de ese descubrimiento. El poeta latino nos describe el universo compuesto por “un número infinito de átomos que se mueven al azar por el espacio, como las motas de polvo en un rayo de sol, chocando, enganchándose unas con otras, formando estructuras complejas, y separándose de nuevo”.

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Hemos encontrado una pieza más de nuestro rompecabezas con el que podemos mirar de frente lo que en otro tiempo parecía amenazador pues, “lo que los seres humanos pueden y deben hacer es dominar sus miedos, aceptar el hecho de que tanto ellos como todas las cosas que tienen ante sí son efímeros y, por eso, podemos aprovechar la belleza y el placer que nos ofrece el mundo”, dice Greenblatt quien pudo armar su propio rompecabezas.

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