Sábado, 11 de Octubre 2025

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Anaya, ¿uno menos?

Por: Diego Petersen

Anaya, ¿uno menos?

Anaya, ¿uno menos?

El golpe al presidente del PAN, Ricardo Anaya, fue letal. A estas alturas del partido poco importa que el señor pueda probar que tiene los ingresos suficientes para mantener a su familia en Atlanta, Georgia, e incluso que esos recursos estuvieran plenamente declarados y justificados en la ampliación de su declaración 3de3. El golpe que no puede esquivar es el del patrioterismo, que puede parecer simplón y exagerado, pero que finalmente cuenta.

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Anaya dice que la decisión que tomó fue para que su familia tuviera la experiencia de estudiar fuera del país, tanto para aprender inglés como para que se foguearan fuera de México. Sin duda es una buena decisión en términos formativos y si el señor tiene los 15 mil dólares mensuales de sobra para hacerlo es algo que debería quedar estrictamente en el ámbito personal y familiar, que no deberíamos estar discutiendo. Otro político con la misma condición económica puede decidir gastarse esa misma cantidad en lujos estúpidos (vaya que los hay) y guaruras y nadie lo cuestionaría. El problema de Anaya es estrictamente de comunicación: ¿qué mensaje manda el presidente del PAN sacando a su familia de México en el momento en que él pelea por la candidatura presidencial?

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La lectura inmediata es que el señor no confía que México sea un lugar seguro para tener a su familia. Y quizá muchos pensarán que tiene razón. Lo que no es posible es que Anaya quiera gobernar a un país en el que no quiere que vivan sus hijos. Insisto, pueden ser otras las razones que llevaron al presidente del PAN a llevar a su familia a Estados Unidos, pero el mensaje que manda es ese, y es demoledor para cualquiera que quiera ser candidato.

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Otro mensaje, que podría considerarse secundario, pero que en los momentos actuales no es tal, es que Anaya pertenece a la casta de mexicanos que se ha enriquecido en la política. Puede haber mil explicaciones sobre el origen de su dinero, pero en una elección marcada por el tema de la corrupción y donde la austeridad y la forma de vida de los políticos será parte esencial de la discusión, mandar el mensaje de que él es un joven millonario dedicado a la política no le ayuda nada a él ni a su partido. En el momento actual además de ser decente hay que parecerlo, y a Anaya le colgaron ya el San Benito. La sombra de la duda sobre el origen de sus recursos marcará los próximos años de su carrera.

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En la política no hay muertos, y Anaya está muy lejos de serlo, pero de que el misil mediático de la semana pasada pegó por debajo de la línea de flotación no hay duda. ¿Uno menos?

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