Los recientes acontecimientos violentos en la Entidad nos obligan a traer una vez más a colación, ya casi hartos del número que se ha hecho en los últimos dos años, desde todas las trincheras, con todas las voces, el debate sobre las estrategias de seguridad de este Gobierno. Veamos. Los cuatro ejes primordiales de la estrategia federal, desde 2006 son los siguientes: desarticulación de cárteles, fortalecimiento de las instituciones de seguridad pública, inhibición del consumo de drogas entre los mexicanos y recuperación de espacios tomados por el crimen organizado. Nada más es cosa de voltear a ver los autos incendiados en las carreteras de Jalisco para preguntar ¿qué no falta algo en la estrategia ésta de seguridad? ¿Algo que tenga que ver con la violencia? ¿Algo relacionado con las decenas de miles de muertos mexicanos que hoy pueblan los panteones del país? Pues no. Al principio no se incluyó en el diseño de la estrategia y eso se puede comprender, pero a la mitad del sexenio tampoco y al final tampoco. ¿Y cómo van con lo demás? Muy bien, cada vez mejor: desarticulan cárteles y fortalecen a las instituciones —federales— de seguridad, generando una escalada de violencia que no tiene precedentes en el mundo. El editorial del diario francés Le Monde de hace unas semanas fue demoledor con el Gobierno mexicano: el resultado es un estrepitoso fracaso gubernamental: en aras de proteger a la población de las drogas (y a los vecinos norteamericanos), este Gobierno generó una situación más catastrófica que ninguna guerra librada recientemente en el mundo. (¡Gracias Felipe Calderón por librarnos de la mariguana y dejarnos en este panteón!) El especialista en temas de seguridad, Eduardo Guerrero, ha documentado con detalle los resultados de la estrategia gubernamental: en efecto, sostiene él, hay más preparación y mejor equipo para la Policía Federal. Lástima que no haya coordinación con las policías estatales y municipales, que se defienden con espadas de madera o colaborando con el narco. En la parte del consumo de drogas… no hay avance. Cada vez hay más producción y cada vez tenemos más consumidores. Ni se inhibe ni se previene ni se repara eficazmente la adicción. Y luego viene la desarticulación de los cárteles. Lo están logrando, o mejor dicho, ya lo lograron. Según los datos de Guerrero, el único Estado de la república que no tiene más de una organización criminal es Tlaxcala. Todos los demás ya tienen varios colores o algunos lunares por la fragmentación de las organizaciones delictivas. La lógica de la estrategia es sensata: más vale no tener que lidiar con una organización tan grande y fuerte que ponga en aprietos al Estado. Bien, muy bien, ¿pero y los muertos? ¿Y el miedo? ¿Y el fuego? ¿Y los espacios que no se han recuperado, y los espacios que se perdieron? El próximo gobierno debe tener presente que, en la cruzada por la seguridad, lo que más importa es que los mexicanos queden vivos.