El uso obligatorio de chalecos con el número de placa en la espalda ha causado irritación entre los motociclistas. Más allá de si la autoridad tiene o no derecho a imponer las normas de seguridad, creo que en eso todos estaremos de acuerdo en que así sea, también es cierto que cuando una medida logra tal consenso, pero en contra, es porque algo está fallando.La idea de poner el número de la placa de la motocicleta en letras grandes sobre un chaleco fosforescente nació en Colombia donde los delitos, principalmente los asesinatos, se hacían desde motocicletas. La obligación de portar las placas en grande y en la espalda permitiría, pensaron, ubicar más fácilmente a alguien cometiera desde una infracción o una falta hasta una ejecución. La medida no funcionó. Los delitos, concretamente los asesinatos desde motocicletas bajaron, pero por otros motivos.La propuesta del chaleco estampado con el número de placa de la motocicleta en Jalisco tiene dos problemas. El primero es que no ataca el problema de fondo, pues sólo obliga a las motocicletas de bajo cilindraje. Si bien es cierto que en Guadalajara el problema de los robos en motocicleta, los llamados motoratones, se hace en motos pequeñas tipo scooter, que pueden huir fácilmente en lugares de alta concentración de personas, los asesinatos desde motocicleta se hacen en vehículos de gran cilindraje que puedan huir a alta velocidad. El segundo es que quienes tienen motos grandes normalmente son personas de alto poder adquisitivo mientras que las pequeñas corresponden a personas de menor ingreso, lo que evidentemente plantea un problema de discriminación y criminalización de los pobres.Si lo que se busca, suponemos, es aumentar la seguridad vial hay muchas cosas por hacer. Es evidente que hay que meter en cintura a las motocicletas de reparto, principalmente las de comida; evitar que se suban más de dos personas a una motocicleta; ser muy estrictos con el uso del casco, controlar el ruido del escape, etcétera. Si lo que se busca con la medida es atacar un problema de seguridad pública van por el lado equivocado. El hecho que muchos políticos roben del erario, ahí disculparán la comparación, no se va a solucionar obligándolos a traer la cédula fiscal bordada en el traje para que los ciudadanos podamos denunciarlos directamente al fisco. Más de alguno dirá que no es mala idea, pero es evidentemente discriminatoria.Hay malas ideas que nacen muertas. Esta es una de ellas. Empeñarse en aplicarla tendría un alto costo político y un beneficio social muy menor. Ahora sí que como dicen en el barrio, a chaleco, nada.
