En efecto, ahora resulta que hay consenso en que el dueño del Club Veracruz, Fidel Kuri Grajales, es “un bravucón”, “un pésimo ejemplo para los niños”, “un barbaján al que debe prohibirse, de por vida, el acceso a un estadio de futbol”, y “un sujeto despreciable al que debe imponerse un castigo ejemplar”, por los hechos que son de sobra conocidos. Lo que nadie dice es que Kuri Grajales se limitó a hacer lo que muchos seudo-aficionados al futbol que andan por ahí, querrían hacer —desahogar con agresiones físicas y no sólo verbalmente su frustración por las que consideran atrocidades arbitrales en contra de sus equipos—… pero no se atreven.*El meollo del asunto estriba en que está de moda cuestionar, si no la honradez profesional, de plano, sí, al menos, la capacidad técnica de los silbantes para hacer su trabajo. Árbitros retirados —varios de ellos bastante competentes… otros no tanto— ejercen en los medios como críticos de sus colegas. Sus vicios semánticos ya son, de entrada, una limitante; por ejemplo, su afán de tildar de “temerarios” (por definición, audaces, imprudentes) lances que son, para decirlo con todas sus letras, violentos; o su necedad en calificar de “deliberadas” (lo que implica ponderar atenta y detenidamente los pros y contras de nuestros actos antes de cumplirlos o realizarlos) las acciones de juego que, en todo caso, pudiendo ser accidentales, cabe suponer que son intencionales. Adicionalmente, la manía de juzgar como acertadas o desacertadas las decisiones de sus colegas, una vez que tienen la posibilidad de ver las acciones polémicas o discutibles, en repetidas ocasiones, desde distintos ángulos, merced a la sofisticada tecnología que los medios en que colaboran ponen a su disposición, es, hablando en plata pura, una bajeza; una cobardía; una total falta de ética. Sentencian de manera dogmática —erróneamente, además, con harta frecuencia—… mediante elementos de juicio de que los árbitros no disponen en la cancha.*Todo ese afán lleva a soslayar, de entrada, que el árbitro debe sancionar un lance en un mínimo de tiempo (un segundo o dos, a lo sumo) y con un mínimo de apoyo (la opinión de sus auxiliares)… Pero, sobre todo, que las reglas de juego dejan la última palabra, no a las sentencias “ex cathedra” de los sabios que ejercen en los medios, sino a “el criterio del árbitro”.Por eso, precisamente por eso, #TodosSomosKuri.