Eso sí que es importante, para que vean; no la payasada de los gritos dizque homofóbicos de los aficionados en los estadios…Se trata de la seguridad; de la “tarjeta amarilla” que la autoridad municipal sacó a lo poco que queda de Clubes Unidos de Jalisco y a los dirigentes del ex club Atlas (el grupo que adquirió hace dos años la franquicia del equipo), en apremio de medidas más severas para acrecentar, puesto que garantizarla es materialmente imposible, la seguridad de los aficionados en el ahora vetusto y ya un tanto obsoleto Estadio Jalisco.*Por supuesto, hubiera sido un despropósito que la autoridad municipal llegara al extremo de disponer que el partido de esta noche se jugara a puerta cerrada, so pretexto de que el estadio carece de las medidas de seguridad que ahora se le exigen: cámaras de televisión afuera del inmueble, arcos detectores de metales en todos los ingresos, y un largo etcétera. Medidas, todas ellas, dicho sea de paso, que las autoridades se sacaron de la manga hace relativamente poco tiempo, y que, por una parte, no pueden implementarse de la noche a la mañana ni cuestan veinte pesos, y, por la otra, no se exigen con el mismo rigor en todos los estadios del país.*Es pertinente, desde luego, que se trabaje en ese sentido: que las autoridades civiles establezcan normas acordes con las realidades presentes; no con las pretéritas. Es pertinente, en consecuencia que dichas normas sean acatadas con diligencia por los clubes… y por el Atlas en particular. Y no por afán discriminatorio, sino por los antecedentes —que se van haciendo muchos…— de que algo sucede con los aficionados que de ordinario asisten al Estadio Jalisco (no con todos, ciertamente, pero sí con un significativo, preocupante número de ellos), que tienden a salirse del huacal.La pasión, derivada de una predilección enfermiza por tales o cuales colores, de parte de los aficionados, aporta los ingredientes esenciales que, mezclados, pueden resultar explosivos; los incidentes propios de los partidos se convierten en el detonante; y la insuficiencia de las medidas de seguridad que tales situaciones requieren para evitar que de potenciales roces se pase a niveles incontenibles de violencia y de ahí se salte a la tragedia, complementan el caldo de cultivo que ya ha propiciado sucesos que hay que evitar, a toda costa, que se vuelvan recurrentes.