Jueves, 16 de Enero 2025

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* ¡Palo...!

Por: Jaime García Elías

* ¡Palo...!

* ¡Palo...!

...Y de improviso, cuando apenas nos estábamos creyendo el cuento de que “somos los mejores” y acostumbrándonos a las alturas..., ¡suelo...!

(En efecto: no hay moral...).

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Convengamos: es mejor que así haya sido. Si de todos modos iba a llegar el día y la hora en que se demostrara que la conquista del oro en el torneo olímpico no debía interpretarse como síntoma inequívoco de que el futbol mexicano había experimentado una metamorfosis espectacular, milagrosa, de la noche a la mañana, mejor que haya sido temprano.

La derrota ante Estados Unidos, en el encuentro amistoso del miércoles —que se aprovechó, de paso, para obligar a quienes querían “homenajear” a los campeones olímpicos a pasar por las taquillas del Estadio Azteca para regalarse ese gusto—, deberá servir para poner los pies sobre la tierra...

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Es cierto que la Selección mexicana pudo ganar el partido. Las crónicas lo consignan: las dos intervenciones que tuvo el arquero estadounidense, Tim Howard, en los minutos finales, fueron determinantes. Sin ellas, quizá el desenlace de la historia hubiera sido diferente; sin ellas, es posible —jamás lo sabremos, por cierto...— que los cantores de gestas del futbol mexicano, encendidos por el episodio del sábado pasado en Wembley, hubieran tenido materia prima para escribir otro puñado de rapsodias y para agregar al “Chepo” de la Torre y sus danzantes a la lista de flamantes héroes nacionales que se inauguró con el grupo que tuvo en el “Cepillo” Peralta a su nuevo Juan Escutia.

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Hay que poner, también, las cosas en su justa perspectiva...

El del miércoles fue un partido de preparación, de cara a los próximos compromisos del “Tri” en la ruta rumbo al Mundial de Brasil-2014. Si el funcionamiento del equipo fue aceptable —como lo demuestran, precisamente, los goles que se frustraron porque Howard decidió erigirse en el jugador del partido—, es previsible, primero, que en el futuro haya más fortuna; segundo, que se consiga el boleto que afanosamente se busca para la Copa del Mundo (demostrando, de preferencia, que México está en el plan de recuperar su jerarquía como “El Coloso del Norte”, futbolísticamente hablando); y tercero, que en el Mundial se demuestre lo que hasta antes de la borrachera de hace una semana estaba muy claro: que el futbol mexicano no es el mejor ni el peor del mundo... sino todo lo contrario.

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