Lunes, 13 de Enero 2025

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* Lecciones

Por: Jaime García Elías

* Lecciones

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Cualquiera diría que fue lo mejor que pudo haber sucedido; que el azar ya movió pieza, en el Torneo Olímpico de Futbol, a favor de México...

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Y sí: de que hubiera sido Gran Bretaña —la nación anfitriona de los Juegos— o Uruguay el adversario del “Tri” en la fase de cuartos de final, a que sea Senegal, preferible, a todas luces, esto último.

La razón parece simple: Gran Bretaña y Uruguay tienen historia en materia de futbol. Los charrúas (aunque hayan sido los bisabuelos de los integrantes de la generación actual) ya fueron campeones olímpicos; los británicos (aunque se trate de los tatarabuelos de nuestros contemporáneos) fueron los inventores del futbol; además, hay el antecedente de un humillante 8-0, hace medio siglo,  de una Selección inglesa sobre una mexicana a la que se había cubierto de laureles porque poco tiempo antes había hecho la hazaña... ¡de conseguir su primer punto en una Copa del Mundo!

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Senegal, en cambio, carece de prosapia. En teoría, por tanto, británicos y uruguayos habrían llegado a la cita con los mexicanos, con cara de verdugos. Los senegaleses, por contrapartida, lo harán con cara de víctimas.

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Sin embargo, parece pertinente poner sobre los platillos de la balanza algunos elementos de juicio, antes de echar a vuelo, prematuramente, las campanas...

Por una parte, aunque México consiguió los resultados necesarios para llegar a los cuartos de final (empate ante Corea del Sur, victorias sobre Gabón y Suiza), los rivales tampoco se significaban por su “pedigrée”. Por otra, sus actuaciones siguen sin ser convincentes. Adicionalmente, los jugadores que llegaron a los Juegos Olímpicos llamados a convertirse en figuras, han navegado a la deriva, hasta ahora, en las aguas de la mediocridad: ni Giovani dos Santos ha ratificado que es —como se atrevió a proclamar algún jilguero— “el Messi mexicano”, ni Fabián ha jugado como pronosticaban quienes juraban que los Juegos Olímpicos lo catapultarían, sin falta, a algún equipo europeo, ni Peralta ha sido el depredador del área que auguraban sus panegiristas.

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Hay, eso sí, un punto a favor: que Luis Fernando Tena —el técnico del equipo— ya ha vivido, como jugador, y seguramente la compartirá con sus pupilos, la experiencia de competencias en que los mexicanos han cometido el grave error de menospreciar a los adversarios (Túnez en el Mundial de Argentina-78, por ejemplo)... y lo han pagado muy caro.

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