Circuló como anécdota: que ayer, muy temprano, en un mercado de la ciudad, un comerciante –con fama pública de rojinegro– abrió su establecimiento; cuando llegó el primer cliente, lo encontró, sentado, envuelto hasta las narices en un grueso gabán (hacía frío, ciertamente), y junto a una cartulina, colocada a sus espaldas, con la siguiente leyenda: “¡Le cae al que hable de futbol…!”.*Se explica una decisión tan drástica… Después de un arranque de campeonato tan promisorio como fue el triunfo sobre el Querétaro, a domicilio, se esperaba mucho del Atlas en su presentación en casa ante un América que apenas había empatado como local ante el Puebla. El 3-0 adverso fue frustrante. En buena medida, por rotundo. Pero, principalmente, por nítido: porque reflejó con bastante claridad lo que sucedió en la cancha; porque fue una conclusión a tono con la diferencia de capacidades mostrada por los dos equipos sobre el terreno de juego; porque los rojinegros fueron inoperantes a la ofensiva; porque las escasas situaciones propicias para anotar que generaron –derivadas, casi todas, del sentido y la claridad de las incorporaciones de Salinas por la derecha–, fueron resueltas por González y Bergessio sin la contundencia que los envíos ameritaban. Y, del otro lado del campo, porque la salida de Márquez, a medio tiempo, hizo reaparecer, al margen de su calidad indiscutible, las serias dudas sobre las limitaciones físicas que redundaron en su falta de continuidad y su escasa productividad en el Hellas Verona… además de que su ausencia, en el segundo tiempo, hizo ver a la defensiva (si así se le puede llamar) atlista, más floja que un paraguas sin varillas.*En cuanto a las “Chivas”, si el 2-2 de la primera jornada, ante el Veracruz, en casa, fue –como se apuntó entonces– un empate con sabor a derrota, el único beneficio del 1-1 del sábado ante el Cruz Azul fue que, combinado con la derrota de Dorados ante Tijuana, aclara un tanto el panorama para los rojiblancos, de cara al tema del descenso… en la misma medida en que ensombrece el de los sinaloenses. Menos mal que para la siguiente jornada los rayados tienen un sinodal a modo para mostrar el rostro de aspirantes al título que cacarean sus dirigentes –amén de los salutíferos efectos del auxilio que fueron a solicitar a la Virgencita de Guadalupe–: reciben a los “Tigres”…