Viernes, 19 de Abril 2024

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* “Intocables”

Por: Jaime García Elías

* “Intocables”

* “Intocables”

“¡Se creen intocables…!”, exclamaron, escandalizados, aludiendo a los árbitros, algunos jugadores del Toluca y el América.

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“¡No se les puede decir nada…!”, acrecentaron, igualmente furibundos, algunos analistas que comentaban el manotazo de Enrique Triverio en el hombro de Miguel Ángel Flores, y el golpe de Pablo Aguilar, con la frente, en una mejilla de Fernando Hernández. Flores y Hernández, para no dejar hilos sueltos, fueron los árbitros en los partidos Toluca-Morelia y Tijuana-América, respectivamente. Triverio y Aguilar, dos jugadores sobre los que ahora pende la amenaza de un año de suspensión, si la Comisión Disciplinaria valora como agresiones los lances de referencia.

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Por supuesto, habrá quienes interpreten los aspavientos de Triverio y Aguilar como reclamaciones vehementes y aun airadas; no como agresiones, puesto que ninguna ocasionó daño físico a los “nazarenos”. Éstos, hasta donde se tiene conocimiento, reportaron objetivamente los hechos: consignaron que las reclamaciones fueron más allá de lo verbal y llegaron a lo físico.

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A diferencia de incidentes en que se ha aplicado el año de suspensión previsto en el Reglamento de Sanciones de la Federación Mexicana de Futbol, ni el manotazo de Triverio ni el contacto de Aguilar constituyeron agresiones, pues éstas, por definición, consisten en “acometer a alguno para hacerle daño”. Ese criterio, por lo demás, concuerda (Artículo 27, inciso b) con el Reglamento de referencia. Y, notoriamente, ni Triverio ni Aguilar llegaron a ese extremo.

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Sí cabe, en cambio, el concepto de “intento de agresión” previsto (Artículo 27, inciso a) por el mismo Reglamento: “Embestir, empujar, dar jalones, usar el balón o cualquier otro objeto con intenciones de golpear, o bien cualquier contacto físico con ánimo de burla o animadversión”. El empujón, en un caso, y el contacto físico, en el otro, fueron evidentes; el ánimo de animadversión, en ambos, ídem.

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Lo previsible, así, es que a Triverio y Aguilar, de conformidad con el citado Artículo 27, se les suspenda de dos a ocho partidos y se les aplique una multa que iría de 150 a 450 días de salario mínimo.

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En cuanto a que los árbitros “se sienten intocables” y que “no se les puede decir nada”, es absolutamente cierto… Empero, no es novedoso: desde que el futbol existe, está reglamentado que, chuecas o derechas, las decisiones arbitrales son inapelables.

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Que “el número de los díscolos —como el de los necios— es infinito”, es harina de otro costal…

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