Ha sido, en los casos de José Luis Trejo, Juan Carlos Chávez y Joaquín del Olmo, que con diferencia de horas fueron cesados como directores técnicos de San Luis, Atlas y Pumas, respectivamente, la consabida historia: la plena demostración de que sigue vigente (saludos afectuosos, doctor Ángel Guillermo Ruiz Moreno) el Artículo Primero de la Ley General de Hilados y Tejidos: “La ley se revienta siempre por lo más delgado”... al igual que el de la Ley Reglamentaria para la Práctica de la Medicina Empírica: “Cuando un equipo se muere, el técnico es el culpable”. Cesado, una semana antes, Daniel Bartolotta en el Puebla, y suspendido con alfileres, hasta la fecha, Carlos de los Cobos en el puente de mando del Querétaro, sólo parece haber en el futbol mexicano, hoy por hoy, dos entrenadores intocables, a la soberana Ley de las Pistolas de sus respectivos patrones, al margen de los nada convincentes resultados de sus equipos: Hugo Sánchez en el Pachuca... y John van’t Schip en el Guadalajara. * Lo de Chávez, en el Atlas, estaba más cantado que “Las Mañanitas”... No fue la derrota dominical, ante el Atlante, la gota que derramó el vaso. Después de todo, no se trató de un resultado afrentoso... De hecho, el traspiés tuvo el atenuante de que un sector de la crítica lo endosó a una errática decisión del silbante (Marco Antonio Rodríguez), al invalidar, injustamente, en el último minuto —¡el eterno maleficio rojinegro!—, un gol de Erpen que habría significado el empate. Chávez no fue, pues, el gran damnificado de la primera derrota atlista en la campaña. Juan Carlos fue labrando su desgracia, como dicen los versos de Machado, “golpe a golpe, verso a verso”... Semana a semana. Partido a partido. Con un plantel reforzado con jugadores capaces, en teoría, de cambiarle el rostro a un equipo que en la campaña anterior se dio de santos con arañar los puntos necesarios para evitar el descenso, el Atlas no dio señales de tener un plan de juego para los lapsos de los partidos en que, teniendo la posesión de la pelota, obligatoriamente se tiene que ser ofensivo. * Por falta de un libreto a modo, Mancilla, Vuoso, Sandoval y Bolaños —cuatro de los hombres que permitirían ver a “un nuevo Atlas”— están prácticamente inéditos en la campaña... Y ahí están (contundentes, rotundos, inapelables...) los resultados.
