Lunes, 20 de Enero 2025

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* Con diez

Por: Jaime García Elías

* Con diez

* Con diez

Los seguidores del Atlas —“para variar...”— salieron del Estadio Jalisco, el sábado, rumiando un empate con sabor a derrota...

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Se trataba de la quinta aparición en el Torneo de Apertura. Se suponía, pues, que ya había transcurrido el tiempo necesario para que el “nuevo Atlas”, teóricamente programado para proyectos más ambiciosos que el de simplemente evitar el descenso, empezara a carburar.

El adversario parecía a modo. Aunque “No hay enemigo pequeño” y aunque el respeto al rival es una premisa del deporte, el Jaguares llegó a la cita del sábado con cara de víctima... y con la bendición papal —por lo que hiciera falta— en el bolsillo interior de la chaqueta.

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El Atlas, relativamente temprano, lo puso en la lona. Sin hacer, ni por asomo, el partido convincente que sus simpatizantes siguen esperando, se tropezó con el gol que hubiera fungido —según el célebre Principio de Carlos Miloc— como “el táctico por excelencia del futbol”.

No fue así. Los rojinegros preservaron la ventaja porque la línea defensiva funcionó con el orden y la solvencia habituales... y porque John Córdoba, en el ataque chiapaneco, fue un cero a la izquierda. En cuanto Arizala lo reemplazó, en el segundo tiempo, aparecieron los primeros indicios de que la igualada sería cuestión de trámite... como sucedió.

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El Atlas, en síntesis, volvió a dejar constancia de su inoperancia ofensiva. No porque no tenga jugadores, como le sucedió en la campaña anterior, cuando tuvo a la defensiva más sólida y, simultáneamente, al ataque más raquítico de la Liga —lo que le valió el título, ganado a pulso, de “los enemigos del gol”—, sino porque no enseña un plan de juego para los pasajes del partido en que se tiene el balón.

Juan Carlos Chávez, una vez más, retiró poco a poco a los tres seudo atacantes con que comenzó el partido. De los reemplazos, Vuoso y Santos naufragaron... como lo habían hecho Mancilla y Sandoval. Bolaños, en cambio, volvió a demostrar que tiene más dinamismo, más ideas y más estamina que Santana.

(Por cierto: el observador puede explicarse que el técnico atlista haga como que no oye los abucheos recurrentes del público para Santana, y que insista en mantenerlo como titular, por motivos que sólo el conoce; pero, ¿cómo explicarse que no vea que su equipo, sistemáticamente, juega con diez... y contra doce?).

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