El colofón del sainete protagonizado la semana pasada por el propietario del Veracruz, Fidel Kuri Grajales, es, por parte de la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol, la clásica “salida de pie de banco”: un despropósito; una inconsecuencia; un disparate, pues.*Era previsible que así fuera. El castigo de “un año de suspensión” anunciado ayer por esa Inquisición de caricatura en que se erigió la Comisión Disciplinaria para tratar el caso, es una bala perdida: un desplante tan drástico como risible, por la sencilla razón de que, al no ser Kuri miembro afiliado a la Federación —aunque sea dueño de una franquicia—, las resoluciones de aquélla, por drásticas que parezcan y por ejemplares que pretendan ser, caen en el vacío. Es previsible ahora, por lo demás, que Kuri, a raíz de la “rotunda” sentencia que se pronunció en su contra, haga la faramalla de que la acepta, contrito y arrepentido de sus pecados, en todos sus alcances… Tiene que hacerlo una vez que, al día siguiente del desplante de fanfarrón de taberna que tuvo frente a Edgardo Codesal, director del Área Técnica de la Comisión de Arbitraje, salió a dar la cara, a ofrecer disculpas en los medios y a declararse dispuesto a asumir las consecuencias de su conducta. Lo de menos es si fue sincero —merece, como ser humano, el beneficio de la duda a ese respecto—… o si, como se ha dicho, hizo la pantomima del arrepentimiento como un simple gesto de hipocresía propia del político que también es.*La Comisión Disciplinaria, en el caso, metió el choclo al hacerse cargo de un asunto que no era de su incumbencia. Kuri se comportó como un matarife con respecto a una persona que desempeña un cargo en la FMF (Codesal), ciertamente…, pero la Comisión debió haberse declarado incompetente para abordar oficiosamente el caso y para pronunciarse como lo hizo. La salida adecuada hubiera sido una denuncia de Codesal, ante un juez de lo penal, si los manotazos alcanzaban el rango de agresiones y los improperios y supuestas amenazas ameritaban proceder por esa vía. Colofón: porque ni la Comisión tiene facultades para juzgar la conducta de un ciudadano común, ni éste está, formalmente, bajo su férula, a Kuri, los rayos que lanzaron ayer los Júpiter de carpa, le hacen —para decirlo en mexicano— “lo que el viento a Juárez”.
