Hasta hace unos años, era una verdad axiomática que México tenía vetadas, genéticamente, tres metas: el Premio Nobel, el título de “Miss Universo”... y un campeonato mundial de futbol. Dos de esos fatales paradigmas ya se rompieron: Alfonso García Robles ganó el Premio Nobel de la Paz en 1982, y Mario Molina el de Química en 1995; Lupita Jones, en 1991, y Ximena Navarrete, en 2010, alcanzaron el título de “Miss Universo”. El título que falta --con la salvedad de que al oro en los Juegos Olímpicos le falta solamente un grado para equipararse con la Copa de la FIFA en un Mundial de futbol-- está a un paso. * Queda claro: por su peso específico en la bolsa de valores de las competencias deportivas, la conquista que México logre hoy en el estadio de Wembley, tras disputar con Brasil la Final del Torneo Olímpico de Futbol, independientemente del resultado, será la mayor de su historia. Gane o pierda el partido de hoy, pues, México ya ganó. * Para la contienda directa, el “Tri”, con respecto a sus precursores de generaciones pretéritas, tiene la ventaja de contar con otra mentalidad; de no cargar en las espaldas el complejo --¿o habría que decir “la conciencia”...?-- de inferioridad con relación a los brasileños. A mayor abundamiento, ni complejo de inferioridad, por la hegemonía que el futbol brasileño ejerció durante muchos años sobre el mexicano, tanto a nivel de clubes como de selecciones... ni de superioridad, por haberse sacudido la añeja “jettatura” y tener números claramente favorables en el balance de las confrontaciones más recientes. Los once futbolistas mexicanos que salten hoy a la cancha de Wembley, lo harán con plena conciencia de que sus rivales, por tener a su alcance --como ellos-- una presea que hasta ahora les ha sido elusiva, amén de la exigencia de los millones de paisanos que han hecho del futbol su religión (una religión politeísta, por cierto), son favoritos. * Hay, en teoría, un punto a favor de los brasileños: el talento individual de varios de sus jugadores (Neymar, Óscar, Pato...), catalogados entre los mejores del mundo... En el otro lado de la balanza, la convicción de los mexicanos de que nunca habían llegado tan alto... pero, además, de que tienen, por primera vez en la historia, la gloria --¡nada menos que eso!-- al alcance de la mano.
