Jueves, 25 de Abril 2024

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- La olla de oro

Por: Jaime García Elías

- La olla de oro

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Josefina Vázquez Mota hizo el intento de ser la primera mujer, en México, en llegar a la Presidencia de la República. No fue, empero, la primera en intentarlo. Desde que, a mediados de siglo, el legislador concedió a la mujer el derecho al voto, varias han sido postuladas para llegar, por la vía del voto ciudadano, al cargo más importante, políticamente hablando, que un simple mortal puede aspirar a ocupar en un país que todavía se caracteriza por la cantidad de poder que el Presidente de la República es capaz de concentrar: algo que sucede en parte porque las leyes lo permiten, y en parte porque la tradición hace que se le tenga por todopoderoso, para bien y para mal; por una especie de Cuarta Persona de la Santísima Trinidad.

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-II-

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Bien. A despecho del “voto duro” del PAN y de que los dos primeros presidentes mexicanos del siglo (y, sobre todo, “después del cambio”) fueron de extracción panista (Vicente Fox y Felipe Calderón), o precisamente porque la experiencia de 12 años demostró que el simple relevo en el signo político del Presidente no hizo el milagro de subsanar los rezagos y satisfacer las carencias más señaladas de los mexicanos, plasmadas en los discursos y promesas de campaña, Josefina no llegó a la meta. El voto mayoritario, a favor de Enrique Peña Nieto, fue interpretado como una decisión de los ciudadanos, a remitirse, resignados, a la sabiduría del proverbio: “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.

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-III-

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Josefina, hoy, está de nuevo en campaña. No queda claro si su candidatura a la gubernatura del Estado de México debe interpretarse como una revancha o como la “segunda oportunidad” de que hablan los manualitos de superación personal, o si ganar la elección en puerta será un premio de consolación tras su fallida participación en la elección federal de 2012…

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En todo caso, es muy probable que su discurso acierte al establecer tanto los medios como los fines de su lucha: los primeros, “romper la indiferencia y el abstencionismo”; y los segundos, “pasar de la inseguridad a vivir sin miedo; acabar con la corrupción y la impunidad, y mejorar la economía”: algo que en México, con PRI y sin PRI, hasta ahora ha sido la gran asignatura pendiente de todos los hombres –y mujeres…— que periódicamente venden a los ciudadanos la ilusión de acceder a la olla de oro enterrada al final del arco iris.

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