Josefina Vázquez Mota hizo el intento de ser la primera mujer, en México, en llegar a la Presidencia de la República. No fue, empero, la primera en intentarlo. Desde que, a mediados de siglo, el legislador concedió a la mujer el derecho al voto, varias han sido postuladas para llegar, por la vía del voto ciudadano, al cargo más importante, políticamente hablando, que un simple mortal puede aspirar a ocupar en un país que todavía se caracteriza por la cantidad de poder que el Presidente de la República es capaz de concentrar: algo que sucede en parte porque las leyes lo permiten, y en parte porque la tradición hace que se le tenga por todopoderoso, para bien y para mal; por una especie de Cuarta Persona de la Santísima Trinidad.-II-Bien. A despecho del “voto duro” del PAN y de que los dos primeros presidentes mexicanos del siglo (y, sobre todo, “después del cambio”) fueron de extracción panista (Vicente Fox y Felipe Calderón), o precisamente porque la experiencia de 12 años demostró que el simple relevo en el signo político del Presidente no hizo el milagro de subsanar los rezagos y satisfacer las carencias más señaladas de los mexicanos, plasmadas en los discursos y promesas de campaña, Josefina no llegó a la meta. El voto mayoritario, a favor de Enrique Peña Nieto, fue interpretado como una decisión de los ciudadanos, a remitirse, resignados, a la sabiduría del proverbio: “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.-III-Josefina, hoy, está de nuevo en campaña. No queda claro si su candidatura a la gubernatura del Estado de México debe interpretarse como una revancha o como la “segunda oportunidad” de que hablan los manualitos de superación personal, o si ganar la elección en puerta será un premio de consolación tras su fallida participación en la elección federal de 2012…En todo caso, es muy probable que su discurso acierte al establecer tanto los medios como los fines de su lucha: los primeros, “romper la indiferencia y el abstencionismo”; y los segundos, “pasar de la inseguridad a vivir sin miedo; acabar con la corrupción y la impunidad, y mejorar la economía”: algo que en México, con PRI y sin PRI, hasta ahora ha sido la gran asignatura pendiente de todos los hombres –y mujeres…— que periódicamente venden a los ciudadanos la ilusión de acceder a la olla de oro enterrada al final del arco iris.