Jueves, 23 de Enero 2025

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- “En caliente...”

Por: Jaime García Elías

- “En caliente...”

- “En caliente...”

Aunque hay temas locales que reclaman la atención (el operativo —ahora sí en serio, dicen— contra la venta clandestina de medicinas en la zona de El Santuario; el rescate de la decadente Plaza de los Mariachis; la exigencia de que los motociclistas traigan chalecos en que aparezcan, absolutamente visibles, los caracteres de las placas de circulación de sus vehículos...), la recaptura de “El Chapo” Guzmán sigue robando cámara...

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Y es natural: más allá de los elementos que lo convierten en un episodio de antología dentro de la picaresca mexicana, se trata de un incidente bataclanesco, de una ramplonería digna —o como se diga— de una película mexicana de los hermanos Almada (o de Sean Penn y Kate del Castillo, pero que, en todo caso, finalizaría con el protagonista recitando la frase con que Nerón se despidió del mundo de los vivos: “¡Qué gran artista pierde el mundo...!”), que hace las veces del cono de un volcán debajo del cual, oculto a la vista del común de los mortales, está, activo y efervescente, el infierno mismo.

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-II-

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Ahora que se plantea si lo pertinente es que la autoridad encuentre la ruta para aplicar de manera perentoria —pagando las correspondientes regalías mediante ofrendas florales en la tumba de don Porfirio Díaz— el “Extradítalo en caliente” al ilustre hijo pródigo recién reingresado al Penal de “El Altiplano”, convendría plantear unos cuantos “asegunes”...
Primero: aunque las autoridades estadounidenses, en efecto, solicitaron la recaptura de Guzmán, después de su segunda fuga, “para fines de extradición”, se supone que el peculiar personaje debe ser juzgado y eventualmente cumplir sus condenas en México, antes de atender la solicitud de extradición.

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Segundo: ponerlo a disposición de las autoridades estadounidenses puede servir para que éstas, aprovechando su red de complicidades y su conocimiento de los sofisticados mecanismos que hacen posible el funcionamiento de la poderosa industria del narco, reduzcan sus posibles condenas (a la pena capital inclusive) al perdón, si accede —cosa muy improbable, por lo demás— al rango de “testigo protegido”.

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Tercero, extraditarlo significa exponerlo a que la mafia, que opera en todo el mundo, se valga de sus tentáculos —que los tiene por doquier: en las cárceles estadounidenses incluso— para silenciarlo de la manera más expedita: asesinándolo.

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-III-

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Aunque parezca que sí, pues, la extradición de Guzmán no necesariamente es la acción más pertinente que debe realizarse después de su espectacular recaptura... Ni es, tampoco, cuestión de “enchílame otra...”.

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