Jueves, 17 de Julio 2025
Entretenimiento | Clemente Quezada -que actualmente se desempeña también como maestro en la Escuela de Música Sacra

MÚSICA CLÁSICA: También existe el Festival de Órgano

Para Clemente Quezada, por su parte, ser organista es “vivir un milagro cumplido, es una vocación, algo con lo que se nace”.

Por: EL INFORMADOR

Por: Eduardo Escoto

Este mes, Guadalajara, además de dar cabida a la celebración del Festival Cultural de Mayo, ve transcurrir de manera paralela otro importante evento. Se trata del Festival Internacional de Órgano.

Esta cita reúne desde 1980 a importantes exponentes nacionales y extranjeros de la música para órgano y la edición correspondiente a 2008 se compone de cinco conciertos, los cuales se realizan cada martes -desde el pasado 6 de mayo y hasta el próximo 3 de junio- de manera gratuita en la Catedral Metropolitana de Guadalajara.

El Festival Internacional de Órgano cuenta este año con dos representantes del estado de Jalisco, los maestros Clemente Quezada y Francisco Javier Hernández.

Ambos fueron alumnos de la Escuela Superior de Música Sagrada de Guadalajara y encontraron en la institución fundada por el padre Jesús Aréchiga la oportunidad de desarrollarse e iniciar sus fructíferas carreras.

El maestro Francisco Javier Hernández describe su acercamiento al órgano como un proceso “espontáneo y muy natural”. Ya en la escuela se decantó por este instrumento siempre con la clara conciencia de que “si tú te quieres dedicar a esto, tienes que prepararte primero; como dice el salmo Psallite sapiente, ‘alabad a Dios sabiendo lo que se hace o tocad con maestría’”. Y siguiendo esta premisa continuó su preparación, escalando grados académicos hasta llegar a estudiar en el Instituto Pontificio de Roma con el maestro Ferruccio Vignanelli -entre otros-, de donde se graduó en 1963.

Actualmente se encuentra jubilado de su labor como maestro en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, pero continúa trabajando, “porque el músico tiene que estar estudiando permanentemente... El campo del arte es inagotable”. Francisco Javier Hernández insiste en que “para que finalmente se logre un nivel de proyección, de reproducción del pensamiento musical, es necesario estar permanentemente trabajando”.

Entre los compositores preferidos de este músico originario de Arandas, Jalisco, figuran Bach -“por el dominio de la técnica, la riqueza de los elementos que maneja, la elasticidad, la variedad y ese soplo que hay en sus líneas melódicas”-, Cesar Franck, Mendelsohn, Frescobaldi y varios autores franceses contemporáneos.

Para Clemente Quezada, por su parte, ser organista es “vivir un milagro cumplido, es una vocación, algo con lo que se nace”. Recuerda que le pedía al Señor de los Rayos de Temastián (su pueblo natal) ese milagro: ser organista.

Y este deseo que manifestaba a los cinco años de edad le trajo a Guadalajara en 1977 para estudiar en la Escuela de Música Sagrada y obtener, entre otros títulos, la licenciatura y magisterio en órgano con el propio maestro Francisco Javier Hernández y el magisterio en composición con el maestro Hermilio Hernández.

En el ámbito de la composición, ha escrito piezas para piano, tres sinfonías para órgano, motetes y sonatas, entre otros trabajos, de los que el propio maestro subraya el sonido mexicano de muchos de ellos, llegando a considerarlo como un sello personal. De hecho, en el concierto celebrado el pasado 20 de mayo, Clemente Quezada ejecutó un programa de música mexicana con obras de compositores como Domingo Lobato, Miguel Bernal Jiménez, Ramón Noble y Jesús Estrada. Expresa que se trata de “música que no necesita explicaciones, nos habla del folclore, de todas nuestras leyendas, de nuestras tradiciones... Me encuentro con que a la gente le impacta esta música”, en la que sobresale, desde su consideración, “una riqueza increíble que nos distingue en el mundo”.

Clemente Quezada -que actualmente se desempeña también como maestro en la Escuela de Música Sacra- desea que esta promoción que lleva a cabo de las composiciones nacionales sirva también para “motivar a tanto talento que hay para que siga trabajando y aparecer ya en el mundo como un país también intelectual”.

Respecto a sus próximos objetivos, comenta que le gustaría ir al extranjero. “Tengo invitaciones a Suiza y me gustaría ir a Estados Unidos, que es un buen trampolín para poder seguir difundiendo la música de México”.

En este apartado, Francisco Javier Hernández señala como su meta actual “seguir trabajando hasta donde se pueda por una difusión más amplia del instrumento y de la música organística, que es extraordinariamente hermosa, y si puedo ayudar a alguien a lograr a desarrollarse en este campo, me dará mucho gusto”.

En cuanto a los instrumentos con los que se cuenta hoy en día en Guadalajara, Clemente Quezada apunta: “Tenemos varios órganos, el del Templo de la Paz, el Expiatorio, un órgano que es lo último que dejó Tamburini antes de morir, el del Templo del Santuario, el de la Merced y el de San Juan de Dios”. Sin embargo, el maestro Hernández lamenta el abandono en que se encuentran otros tantos instrumentos que fueron parte de un esplendor que vivió la capital jalisciense a principios del siglo pasado, llegando incluso a tener su propia fábrica de órganos. Dice que “de los que se conservan, son afortunados aquellos que han sido objeto de una reconstrucción, como el del Templo de la Merced, pero los otros están abandonados, en calidad de cajas vacías”.

Acerca de la celebración del Festival Internacional de Órgano, Francisco Javier Hernández aplaude y agradece la labor y el interés de Martha González en la organización de este encuentro, logrando desde el principio encauzar de alguna manera la inquietud de muchos organistas de tener un espacio para la exposición de la música de órgano. Un trabajo nada fácil que venía intentando hacerse desde finales de los años 60 por diferentes iniciativas y que una vez cristalizado conforma toda una tradición de nuestra ciudad: “Un festival muy respetable, que quizá sea la única manifestación que se ha mantenido intacta y fiel a sus principios”.

Clemente Quezada añade sobre este mismo punto que “es un festival que cuenta con un reconocimiento internacional; tiene un prestigio y, además, el órgano, que es uno de los mejores de la República y a nivel latinoamericano”.

El Festival Internacional de Órgano constituye, sin duda, una cita que no hay que perderse, sobre todo teniendo en cuenta las palabras de Quezada, admirador del trabajo de Johann Sebastian Bach: “Ahora, con la muerte del maestro Hermilio (Hernández), somos ya solo dos organistas en Jalisco”.

Tapatío

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