Entretenimiento | Noches púrpura, del cineasta cuyo nombre occidentalizado se lee Wong Kar-wai . Dulces soledades Noches púrpura (My Blueberry Nights), China Francia, 2006; Dirección: Kar-wai Wong; Guión: Lawrence Block, Kar-wai Wong; Actuación: Norah Jones, Jude Law, David Strathairn. Por: EL INFORMADOR 24 de mayo de 2008 - 21:50 hs Estamos en la temporada del festival de Cannes y coincidentemente nos llega una versión de 20 minutos menos de la cinta que abrió esa competencia el año pasado: Noches púrpura, del cineasta cuyo nombre occidentalizado se lee Kar-wai Wong. Wong tiene una clientela bien establecida entre la crítica, el público de festivales, los cinéfilos de ocasión y los aprendices de cine. Mentarlo provoca un efecto especial en los miembros de esos círculos, algo parecido a una genuflexión mental. Sin duda se puede considerar a Wong un estilista del cine actual. Sus películas manifiestan en la superficie una gracia encantadora, una elegancia de catálogo de modas, de comercial de perfumes, de “videoclip cool”. Tiene la sensibilidad para manufacturar cosas, lugares y personas, de forma que exhiban una belleza física inesperada. Sabe retratar de manera muy bonita los rostros y el modo de andar de los actores, combinando el color de las luces de neón y la atmósfera de la noche. Pero además, puede calcular correctamente el valor sentimental específico que aporta una melodía o una canción a las imágenes. Como pocos directores, su cine termina por dar una impresión de gran novedad, audacia, delicadeza, pulcritud y perfección. También por lo general los argumentos de sus filmes parecen casi inexistentes. Según sus declaraciones en Cannes, Noches púrpuras nació sin historia. La intención inicial era, más que nada, trabajar con Norah Jones. Cantante sin experiencia en la actuación que casualmente dijo: sí, a una imprecisa proposición del realizador. En el desarrollo del proyecto se agregaron varios nombres más que aseguraron el potencial taquillero, y finalmente, el deseo de reconocer su admiración por la obra de Tennessee Williams. Lo que terminó por componer una trama imprecisa, sin mucha variación a los lugares comunes de su cine. Este nuevo ejercicio de estilo transforma cinematográficamente los momentos simples de la vida, en momentos grandiosos y bellos. Fumar, beber, comer un pastel, trabajar en una cafetería, atender un bar, dar o recibir un beso, son oportunidades para conjurar un lujo sensorial insospechado. Por supuesto, el derroche de efectos fotográficos está a la orden del día. Algunos de estos presentan contradicciones a la costumbre, como el encuadre de las caras cuando los personajes conversan. En el segmento que ocurre en Nueva York la composición ubica los semblantes arrinconados contra el margen lateral del cuadro y deja mucho espacio por detrás de sus cabezas; en la parte de Memphis, mantiene casi siempre de perfil a uno de sus actores. El abuso de algunos recursos resulta un desplante de maestría que raya en la arrogancia, como la asociación de formas en movimiento sólo por enfatizar la simple sensualidad y placer del mismo, así la crema del helado escurriendo lentamente sobre la fruta del pay, coordinada con la visión del paso del metro y el desplazamiento armonioso de la cámara por el mobiliario de la cafetería. Temas Cine Lee También Cinépolis tendrá menú especial por el reestreno de "Volver al futuro" ¿Qué hay de nuevo… en el cine? Andrew Garfield sueña con unirse a “Wolverine” en Marvel ¿Quién es quién en el spin-off de "El señor de los cielos"? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones