Domingo, 28 de Abril 2024
Cultura | Desde el Prisma Cultural

Grandes personajes y gente común en la trama de la historia

Los escritos privados que se conservan por siglos arrojan luz sobre cómo los acontecimientos históricos resuenan en ámbitos particulares

Por: Alma Dorantes González, Centro INAH Jalisco

Agustín de Iturbide abdicó del trono de México el 19 de marzo de 1823, su decisión impactó a miles de personas a las que hoy pocos recuerdan. EL INFORMADOR/Archivo

Agustín de Iturbide abdicó del trono de México el 19 de marzo de 1823, su decisión impactó a miles de personas a las que hoy pocos recuerdan. EL INFORMADOR/Archivo

¿Es posible conocer cómo los grandes acontecimientos políticos de nuestra historia han afectado a la vida de la gente común? Esto resulta factible cuando tenemos la suerte de estudiar escritos privados e íntimos de individuos que nunca desempeñaron un cargo importante en el gobierno civil ni sobresalieron en el ejercicio de alguna profesión liberal, de la literatura o de las bellas artes. 

Gracias a ese tipo de documentos sabemos que la abdicación al trono por parte de Agustín de Iturbide -en la imagen-, el 19 de marzo de 1823, fue la causa de que el criollo Nicolás de la Peña Muguiro (1798-1867) perdiera el empleo que había conseguido en la delegación diplomática que representaría al emperador mexicano ante el gobierno británico.

Nicolás de la Peña nació en el Real de Minas El Rosario, departamento de Sinaloa. En octubre de 1804 llegó junto con su familia a Guadalajara, donde vivió la mayor parte de su vida, dedicado al comercio.

Ocupar esa vacante en el servicio diplomático del México independiente constituía una gran oportunidad para De la Peña, que se encontraba sin empleo y sin dinero en la ciudad de México. Desde hacía cerca de un año vivía a expensas de su medio hermano, el militar Juan de la Peña y del Río. Le servía de secretario o amanuense en la Mayoría del ejército. Ahí conoció al teniente coronel Juan María de Azcárate, que se compadeció del infortunio del criollo tapatío y le ofreció interceder ante su padre, el licenciado Juan Francisco Azcárate (1767-1831), recién nombrado ministro plenipotenciario del emperador Iturbide en Londres, para que se le concediera un empleo en esa delegación. 

La gestión resultó exitosa: Nicolás recibió el nombramiento de Oficial 6º, plaza que estaba dotada con mil pesos anuales, casa y mesa. Dicho cuerpo militar debía viajar al Viejo Continente en enero o febrero de 1823, de modo que De la Peña se trasladó a Guadalajara para despedirse de su familia y saldar asuntos pendientes.

Cuando todo parecía marchar sobre ruedas, el general Antonio López de Santa Anna y Vicente Guerrero se sublevaron contra Iturbide y proclamaron la República, entre diciembre de 1822 y febrero del 1823. Según escribió Nicolás de la Peña: “Desde entonces la monarquía y el poder de Iturbide sintieron tan fuerte golpe, que ya en el mes de abril de 1823 desapareció el trono, y con él la Legación a Londres”; en consecuencia, se esfumó el empleo prometido al futuro comerciante que se encontró en Guadalajara sin ocupación ni dinero y enfermo de una “purgación” que le había comenzado en el viaje.

La información anterior procede de la autobiografía del citado mercader del Occidente de México, que 20 años después de dichos eventos comenzó a escribir lo que llamó “noticia de mi vida” con el propósito de relatarles a sus seis hijos lo que pensó, hizo y vio, y el modo como se había comportado en la sociedad, con sus amigos, mujeres y empleados domésticos.

Gracias a que se ha resguardado debidamente ese manuscrito es que, cien años después de acaecidos esos sucesos, podemos entrever cómo los acontecimientos que en apariencia afectan sólo a los individuos con poder político y grandes riquezas, influyen para bien y para mal en la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie.

Sobre la columna 

Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.

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