Como era de esperarse, Jalisco apareció entre las entidades que acumulan, junto con la Ciudad de México, Michoacán, Estado de México, Tamaulipas, Baja California y Puebla, más de la mitad de los tres mil 217 millones de pesos que evadieron al Sistema de Administración Tributaria (SAT) las empresas ligadas a gasolineras y que las pone en la lista de sospechosas de estar ligadas a la venta de combustibles robados.El dato revelado ayer por la titular del SAT, Margarita Ríos, confirma lo enquistado que está en nuestra Entidad este fenómeno delictivo, que empezó a asomar desde la tragedia del 22 de abril de 1992 y que se expresó en la última década con las ordeñas clandestinas que llegaron casi a las dos mil en 2018, principalmente en Tlajomulco y Zapotlanejo.Pero también hay episodios soterrados de los que se hablaban en los corrillos políticos del poderío y temor al cártel narco-huachicolero en Jalisco, prácticamente intocable por las autoridades estatales y municipales, bajo el pretexto de que era un delito de orden federal. Van tres de esas historias del huachicol en estas tierras:1) Durante el sexenio anterior, se desarrollaba una de las juntas de seguimiento a temas de seguridad en Casa Jalisco, en las que participaban el gobernador, los alcaldes del Área Metropolitana de Guadalajara, representantes militares, de las corporaciones policiales federales, como la PGR y el Cisen, de la Fiscalía de Jalisco y de la policía estatal y municipales. Varios de los alcaldes presentes plantearon el creciente problema de las tomas clandestinas. Al salir de la reunión, al menos dos de los presidentes municipales recibieron una llamada anónima donde se les intimidaba para no hablar más del tema. Fue una prueba más de que el enemigo estaba en casa y que tenía un lugar en la mesa interinstitucional en la que se discutían los planes y estrategias contra la delincuencia.2) Un muy importante empresario transportista de la Entidad recibió la visita de un ejecutivo de cuenta de Petróleos Mexicanos (Pemex) para plantearle una negociación de “ganar-ganar”. Se trataba de seguir comprándole a la entonces todavía paraestatal, pero a otra “línea de distribución” con las mismas pipas de la petrolera, con facturas oficiales a precios reales, pero pagando sólo el 50 por ciento de su monto. La oferta, aunque tentadora, fue rechazada porque la prudencia y los principios éticos del empresario se impusieron en este caso. Muchos otros transportistas, comerciantes, y sobre todo gasolineros sí accedieron, a juzgar por lo revelado ayer por el SAT, y3) Un alcalde supervisaba obras en su municipio, en esa ocasión se trataba de la revisión de unos caminos sacacosechas cuando de repente vieron venir un convoy de vehículos. Eran una par de pipas, camionetas de civiles, y sorpresa.....también de militares y corporaciones federales. Había un ducto cercano. El presidente municipal supuso que se trataba de una detención, que nunca ocurrió. jbarrera4r@gmail.com
