Viernes, 29 de Marzo 2024
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Mises en México Parte 2: Capital y pobreza

Por: Ricardo Salinas Pliego

Mises en México Parte 2: Capital y pobreza

Mises en México Parte 2: Capital y pobreza

“Los gobiernos no han practicado una política dirigida a aumentar la prosperidad general y elevar el nivel de vida, sino una orientada hacia el empobrecimiento de la población”
Ludwig von Mises.

En junio publiqué en este diario la primera parte de esta serie. Recordemos que Von Mises llegó a México en 1942 a invitación de Luis Montes de Oca, director de Banco de México, con el fin de ofrecer una serie de conferencias en la UNAM sobre los graves problemas económicos que enfrentaba nuestro país.

En mi artículo de junio compartí la visión de Mises con respecto al papel crucial del comercio entre las naciones para mantener la paz. En esta segunda parte, compartiré mis apuntes sobre lo que este economista escribió en Cuadernos Americanos con respecto a la importancia de la acumulación de capital.

Capital y bienestar

La clase política típicamente asume que la disponibilidad de capital no tiene ninguna relación con el bienestar de la población, o absurdamente exponen que la relación es perjudicial. Esto es un grave error. Desde el punto de vista de Mises, frecuentemente se olvida que la acumulación de capital es sinónimo de creación de riqueza puesto que es la inversión que incrementa las capacidades productivas de una economía.

Los gobiernos en América Latina han actuado como si la formación de capital no tuviese la menor importancia, en el mejor de los casos. Desafortunadamente, con frecuencia se le combate abiertamente, lo que equivale a un suicidio económico.

A través de una fiscalización depredadora, regulación creciente, restricciones al comercio y un gasto público excesivo, los gobiernos han puesto obstáculos crecientes a la formación de capital. Afortunadamente, el Presidente electo ha enfatizado la importancia de derribar estos obstáculos. Consideremos que para Mises, esta negligencia histórica pone en riesgo a la civilización occidental porque la ausencia de capital es sinónimo de pobreza.

Lo que ha llevado a nuestra sociedad al progreso que disfrutamos es precisamente la continua acumulación de capital que hace posible una mayor producción de bienes y servicios, que aumentan el nivel de vida de todos los miembros de la sociedad —independientemente de cuánta riqueza tengan a su disposición en lo individual, porque a mayor acumulación de capital en una economía, mayor será el ingreso promedio de las familias—.

Mises afirma acertadamente que el hombre contemporáneo vería con desprecio las condiciones de vida de la realeza hace tan solo doscientos años, y esto lo escribió hace casi ocho décadas.

El nivel de vida del común de las familias modernas es posible gracias a que, a través de los siglos, las economías han acumulado capital —algunas más que otras—. Este proceso ocurre gracias a una producción que supera al consumo de una sociedad a lo largo de muchos años.

La acumulación de capital es un proceso frágil

Para que los individuos —futuros inversionistas y empresarios— estén dispuestos a sacrificar consumo presente por un beneficio futuro, ciertas condiciones deben prevalecer, entre las más importantes encontramos: (1) certidumbre sobre el futuro, (2) una carga fiscal razonable que ofrezca beneficios claros y un mejor entorno para los negocios, (3) una  regulación mínima, sencilla y transparente,  (4) intervención del Gobierno en la economía sólo en situaciones excepcionales como en caso de monopolios, resolución de externalidades —afectaciones a terceros— y para proveer servicios públicos e infraestructura, y (5) a cambio de nuestros impuestos, el Gobierno deberá garantizar la seguridad de las personas, la propiedad privada, la provisión de justicia y el cumplimiento de los contratos entre particulares.

La acumulación de capital es un proceso frágil que no puede darse en un entorno donde no impere la confianza, lo mismo naturalmente aplica para la atracción de recursos del exterior.

Desafortunadamente, infinidad de políticas públicas que se han aplicado en México, lejos de generar riqueza han fomentado la pobreza y niveles salariales muy bajos. De allí la gran necesidad de crear conciencia entre los gobernantes y legisladores para diseñar y aplicar políticas públicas que promuevan la formación de capital. Sólo entonces nuestro país podrá erradicar la pobreza, una situación inaceptable que afecta a decenas de millones de familias.

El pensador austriaco nos recuerda que no es a través de la presión de los sindicatos, sino gracias a la acumulación de capital, que la gente podrá acceder a mayores salarios y a un mejor nivel de vida.

Ya he mencionado anteriormente que el salario no se puede fijar por decreto. Muchas veces los sindicatos buscan obtener por la fuerza lo que no les corresponde en el mercado. Esto resulta contraproducente porque un salario artificialmente elevado sólo crea desempleo e inhibe la formación de capital, lo que nos empobrece a todos. Alrededor del mundo, son los países más exitosos en la acumulación de capital —Suiza, Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Noruega, etc. — los que han logrado un mayor nivel de vida para sus respectivas poblaciones. Lo mejor de todo es que el capital, cuando las condiciones son propicias, se multiplica.

¿Un futuro brillante?

En 1942 Mises pronosticó un futuro brillante para América Latina. Desafortunadamente, su pronóstico aún no se cumple. En la opinión que expresó hace casi ocho décadas, la destrucción de capital causada por la Segunda Guerra Mundial en Europa nivelaría de alguna forma el terreno para que América Latina, que salió prácticamente intacta de esa conflagración, pudiera cerrar la brecha de desarrollo. En sus palabras, “puesto que el capitalismo llegó a América Latina dos siglos después que a Europa, ciertas instituciones no existían en la región. Su nivel de pobreza se debe más a una falta de capital que a una carencia moral o intelectual”. Casi ocho décadas después, Europa ha superado el nivel de vida que tenía previo a las guerras mundiales y Latinoamérica sigue padeciendo un bajo nivel de desarrollo relativo.

En mi opinión el fracaso en cerrar la brecha de desarrollo tiene que ver con ciertos rasgos culturales que nos condenan al fracaso. Generar un entorno propicio para la acumulación de riqueza empieza por un Cambio Cultural. Por ejemplo, por alguna extraña razón, en nuestro país, “capitalismo” es una mala palabra y esta percepción nos hunde. En un nuevo diccionario, la palabra capitalismo debiera representar, en primer lugar, la formación de capital y por lo tanto una mayor riqueza para todos.

Estos tiempos de cambio de Gobierno son propicios para tomarnos en serio nuestra aspiración al desarrollo, cambiar nuestra mentalidad y promover políticas públicas que impulsen la acumulación de capital y descartar todas aquellas que tengan el resultado inverso, ya que esto sin duda nos condenará al fracaso.

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