Viernes, 29 de Marzo 2024
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Lo inevitable

Por: Ricardo B. Salinas Pliego

Lo inevitable

Lo inevitable

Este artículo es especialmente relevante para los jóvenes: los invito a pensar en las próximas tres décadas. En los últimos meses he estado hablando de este tema en distintas universidades alrededor de México. Muchos de ustedes desarrollarán sus carreras en ese lapso y vale la pena detenerse unos momentos a reflexionar sobre lo que puede ocurrir.

Hay tendencias que son inevitables y si las consideramos, estaremos mejor preparados para lo que viene. Muchos de ustedes tendrán un futuro brillante, pero eso depende en gran medida de las decisiones que tomen hoy. Me refiero a cuestiones importantes como ¿qué voy a estudiar? ¿dónde voy a trabajar?, ¿en qué ciudad me conviene vivir?, etc.

Ya en muchas ocasiones he hablado de la importancia de encontrar tu “elemento”, pero además de ello es una ventaja considerar cómo será el futuro. Para ello, recomiendo la lectura del libro, “Inevitable” de Kevin Kelly, que nos habla de doce fuerzas tecnológicas que darán forma porvenir.

Cada uno de nosotros debemos decidir cómo vamos a aprovechar estas tendencias inevitables, de lo contrario, podríamos ser destruidos por ellas. El mundo ha cambiado notablemente en las últimas tres décadas y las fuerzas que impulsan este proceso se van a acelerar.

Aunque en la traducción literal de los términos al español se pierde parte del significado, las doce tendencias a las que se refiere el autor son: convertirse, conocer, fluir, apantallar, acceder, compartir, filtrar, re-mezclar, interactuar, seguir, cuestionar y empezar. Comentaré cinco de estas tendencias, las más importantes. En todo caso, recomiendo a mis lectores adquirir esta obra.

1.- Convertirse (“becoming”)

Todo requiere energía y orden para mantenerse, los físicos le llaman entropía. Hoy esto aplica más que nunca: todo lo que nos rodea se hace obsoleto rápidamente.

El sistema que controla nuestros celulares se actualiza continuamente. Las aplicaciones contenidas en estos dispositivos lo hacen diario. Pero si actualizas tu celular, probablemente tendrás que hacer lo mismo en tu computadora donde respaldas tu información y eso a su vez desencadena otra serie de actualizaciones.

Entonces, todo a nuestro alrededor se encuentra en “actualización”, constante y se convierte en algo distinto. Antes, para poner al día nuestras computadoras teníamos que ir a la tienda y comprar una cajita que contenía la actualización del software –en una antigua tecnología de almacenamiento conocida como diskettes. Hoy esto es automático, constante e inevitable.

Vivimos en un mundo en que el software empieza a gobernarlo todo y ese software cambia cotidianamente por lo que ningún producto está totalmente terminado, todo está en “versión beta”. Tendremos que acostumbrarnos a vivir, cada vez más, en un mundo inacabado. Para muchos, esto resulta incómodo, pero no cambiará.

2.- Conocer (“cognifying”)

No hay tendencia más relevante que la que se basa en la Inteligencia Artificial (IA). Sobre todo si ésta es cada vez más barata, poderosa y ubicua. No hay nada con mayores consecuencias que un aparato “tonto” que adquiere inteligencia y es capaz de responder de manera autónoma a su entorno.

Sin duda las consecuencias de esta tendencia serán mucho más profundas que la industrialización misma. Recientemente, tuve la oportunidad de platicar con Kevin Kelly y me comentó que “dentro de veinte años, voltearemos la vista atrás y diremos, ¿quién hubiera vivido en el año 2017 que fue cuando la Inteligencia Artificial empezó a despegar?”. Vivimos tiempos fascinantes.

La promesa de la IA llevaba más de seis décadas sin cumplirse, pero tres desarrollos recientes han logrado su consolidación: (1) computación en paralelo a través de “la nube”, (2) Big Data, es decir, grandes cantidades de datos contenidos en sistemas de información cada vez más eficientes y (3) mejores algoritmos que hacen mucho más eficientes los procesos. Tomemos por ejemplo a DeepMind, un sistema que se aplicó a practicar los video-juegos de los años 80’s, como Pinball. A DeepMind no se le enseñó a jugar estos video-juegos sino a aprender a jugarlos por sí mismo. Otro ejemplo actual es Watson, que más que una supercomputadora, es un sistema complejo de máquinas conectadas alrededor del mundo que desarrollan Inteligencia Artificial.

Hoy Watson se aplica en distintos campos, uno de ellos es la medicina: se ha convertido en un experto en el diagnóstico del cáncer de pulmón y su conocimiento pronto se extenderá a muy distintas ramas de esta ciencia. Watson pronto será capaz de diagnosticar casi cualquier enfermedad mejor que el promedio de los médicos con experiencia.

Bajo este escenario, ¿qué porvenir le queda a los médicos y a muchas otras ocupaciones? Se estima que el 40% de las profesiones desaparecerán en las próximas tres décadas—los oficios enfrentan un riesgo mayor--. ¿Esto implica que nuestro futuro económico está en peligro? No necesariamente. Aunque el 40% de las profesiones actuales desaparecerán, surgirán muchas otras, de la misma forma que tras la Revolución Industrial surgieron miles de ocupaciones que previamente eran inconcebibles. ¿Cuáles serán las profesiones del futuro? No lo sabemos, los jóvenes deben estar muy atentos a las oportunidades que se presenten.

Al revisar una página de anuncios clasificados vemos que hoy tenemos profesiones que hace tan solo diez años no existían, como: Experto en Comercio Electrónico, Asesor en Marketing Digital, Experto en Big Data, Diseñador Digital, Diseñador de Entornos Virtuales y un largo etcétera.

En un futuro cercano, IA será como la electricidad a principios del Siglo XX una nueva fuerza omnipresente que lo cambia todo. Precisamente, como hace un siglo, muchos empresarios harán grandes fortunas tomando un producto X para transformarlo a través de IA, de la misma forma que la electricidad se aplicó a toda clase de herramientas manuales y cambió nuestra forma de trabajar y vivir.

3.- Fluir (“Flowing”)

Internet es la máquina reproductora más grande que la humanidad haya conocido. Esta máquina copia cada acción, cada nota, cada letra, cada pixel y cada pensamiento que pasa por ella. De acuerdo con Kelly, “la economía digital fluye sobre este río de copias”. De hecho, nuestra red de comunicación global facilita que cada pieza de información que toma la forma de un bit sea reproducido de manera instantánea.

Hoy, todo es susceptible de transformarse en bits: las ideas, la música, la fotografía, la pintura, unos planos arquitectónicos, el diseño de una máquina, los contratos y hasta el dinero.

La riqueza de la humanidad gradualmente se transforma desde objetos constituidos por átomos hacia objetos virtuales constituidos por bits que fluyen libremente y que no conocen fronteras. En un mundo así, cualquier restricción al comercio es ridícula. Pero, al parecer, es imposible que un populista entienda esto.

De la misma forma en que los átomos se transforman en bits, los bienes materiales se convierten gradualmente en servicios: un automóvil ya no es necesario, ahora tenemos Uber o Lyft. Una habitación de hotel se convierte en una aplicación llamada Airbnb, siempre disponible en la palma de la mano. Hoy nuestra riqueza tiende a fluir, a través de ciudades, regiones y fronteras; y esta tendencia, también es inevitable.

4.- Apantallar (“screening”)

La invención de la imprenta de Gutenberg lo cambió todo. Gracias a esta innovación surgió el periodismo, la ciencia, las librerías y el imperio de la ley.

El lenguaje se expandió. De las 50,000 palabras existentes en el idioma inglés antes de la invención de Gutenberg, hoy se cuentan más de un millón. La Biblia, el Corán, la Carta de Derechos y las constituciones son documentos que cambiaron nuestra forma de pensar y de vivir. De acuerdo con Kelly, nos convertimos en una “civilización basada en los libros”.

Para bien o para mal, hoy cambiamos los libros por las pantallas: se calcula que en el mundo ya existen más de 5,000 millones de pantallas –y más de 3,000 millones se fabricarán cada año. Hoy encontramos pantallas en los teléfonos que guardamos en nuestros bolsillos, en los relojes que usamos, en las computadoras de nuestras oficinas, en las calles, el transporte público, los bancos, los museos y hasta en los baños —muchos restaurantes ya te ofrecen una tablet para ver un menú interactivo.

Hoy nos transformamos de “gente de los libros” en “gente de las pantallas”, que ya no busca una verdad inmutable basada en las letras sino que está dispuesta a creer una verdad que fluye a través de los pixeles.

Pero, si nuestra cultura está basada en la autoridad que confieren los libros, ¿qué sucederá con los pilares de nuestra civilización: la literatura, el pensamiento racional, la ciencia y el imperio de la ley? Los textos en los que se basa nuestra civilización también tendrán que evolucionar y para muestra un Kindle.

En un Kindle caben miles de libros. Los libros se adaptarán a su nuevo medio: las pantallas. Eso les dará fluidez, maleabilidad y fuentes. Los libros serán subrayados, anotados, resumidos y tendrán referencias cruzadas. En este mundo, un libro nunca estará terminado. Con lo que volvemos a la primera tendencia. Todos los libros estarán conectados de alguna forma y eso nos llevará al concepto del “libro universal”. El texto que contiene todos los textos.

5.- Acceder (“accessing”)

Un reportero de TechCrunch recientemente comentó: Uber, no posee vehículos, Facebook no crea contenido, Amazon (casi) no tiene inventario y Airbnb no controla bienes raíces. Hoy, no es necesario poseer para utilizar. Netflix nos permite ver películas sin tenerlas y a través de un Kindle podemos rentar libros. Con Carrot soy capaz de utilizar un vehículo por unas cuantas horas y devolverlo en un lugar conveniente. Hoy no es necesario poseer nada puesto que todo está en renta, disponible casi instantáneamente y por el tiempo que queramos.

En más de un sentido, acceder es mucho más conveniente que poseer, porque cuando accedo no necesito mantener, reparar, almacenar o limpiar lo que utilizo. Acceder es tan superior a poseer que amplía notablemente las fronteras de la economía.

Acceder se relaciona con otro concepto: la desmaterialización del mundo. La tendencia en las últimas tres décadas ha sido hacer mejores cosas con menos materiales: muchas veces se trata de cosas virtuales que utilizan cero materiales. Esto se acelera en la medida en que la economía migra de las manufacturas a los servicios. Mientras que los productos invitan a la propiedad, los servicios la descartan. Incluso el software hoy se vende como un servicio (“Software as a Service”, SaS): si en el pasado compraba una copia de Photoshop, hoy me suscribo a este sistema y recibo todas sus actualizaciones de manera automática, lo mismo aplicará para todos los productos de software.

Todo estará en renta y por lo tanto, todo se convertirá en un servicio: los autos, las bicicletas, los muebles, el equipo deportivo, los relojes de lujo y hasta las bolsas de mano y las obras de arte.

Estas son sólo cinco de las tendencias que transforman inevitablemente nuestra forma de vida en el Siglo XXI. La tecnología lo transforma todo y el cambio tecnológico se acelerará. Debemos estar preparados para adaptarnos y tomar ventaja del cambio, de otra forma, seremos arrasados. Reflexionemos, nuestro futuro depende de ello.

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